lunes, 19 de octubre de 2009

Recuerdos de Mochilera: la entrada a Egipto

(Continuación del artículo del 15 febrero 2009 de este blog)

A pesar que nuestro vuelo desde Atenas a El Cairo sale por la noche, porque sí, decidimos ir las 16 hs al aeropuerto, luego de dejar una mochila y las cerámicas griegas adquiridas recientemente, en la agencia de viaje. Vamos en autobús. Luego de haber despachado la mochila por la línea aérea por la cual suponíamos viajábamos, el empleado de esta se da cuenta que viajamos por otra aerolínea, Air Egyt, lA QUE PARTE DE OTRO AEROPUERTO. Bueno, tomamos otro autobús hasta allí. Tuvimos un buen presentimiento al venir con tanta anticipación al aeropuerto.

Ya en el aeropuerto correcto, vemos muchísima gente con mochila. Tenemos que hacer una muy larga fila para despachar el equipaje. Varias personas de seguridad egipcia ( que por su aspecto nos resulta intimidante) van recorriendo la fila para revisar el equipaje de cada pasajero.

El empleado de la aerolínea nos dice si sabemos que debemos cambiar 150 U$S en Egipto antes de ingresar al país, por otro lado que él ve muy difícil nuestro ingreso al país, dado que solo tenemos pasaje de ingreso al país , le decimos que al llegar a El Cairo compraremos una boleto de bus a Israel (nos hace mostrar los vouchers del hotel y el pasaje de regreso desde Israel) y pregunta cuánto dinero tenemos, le decimos U$S 500 (mentira,.. no tenemos los U$S 150 obligatorios por persona ...y si nos dice que le mostremos los dólares?????... nos quedamos sin viajar, muertos de miedo.... gracias a Dios: N O). Insiste en que tendremos problemas al llegar, pero decide sellarnos igual los pasajes aéreos para que subamos al avión. Hasta ahora sigue vigente nuestro deseo de conocer Egipto.

Luego del control de pasaporte, llegamos a la sala de embarque, todo el dispositivo de seguridad que estaba en el despacho de equipaje, está ahora aquí. Revisan los bolsos de mano. En la escalerilla del avión, seguridad egipcia totalmente vestida de negro, y con armas largas en las manos, nuevamente nos controla los bolsos de mano, a medida que pasa el tiempos y transcurren los acontecimientos, tengo más miedo... me parece estar viendo una película de guerra.

En el avión me siento muy mal, pienso cosas cómo: nos deportarán porque no contamos con el dinero obligatorio para cambiar? entre tantas cosas más. Marcelo duerme sin la menor preocupación. Luego de la cena anuncian el aterrizaje. El Cairo se ve enorme desde el avión. Resulta realmente bonito llegar al El Cairo a medianoche.

Luego del primer control de pasaporte, se encuentran los bancos para el cambio del monto del dinero no convertible a la salida, obligatorio para la entrada. Luego otra interminable fila para nuevo control de pasaporte. A quienes están delante nuestro en esta, los hacen volver a cambiar dinero para poder ingresar a Egipto (dinero que nosotros obviamente no tenemos como ya lo dije pero nuestras ganas de conocer las milenarias pirámides egipcias supera todo esto). Alguien coloca, mientras hacemos la fila, algo en árabe en nuestras tarjetas de migración: no sabemos qué, lógicamente tenemos puesto en nuestra ropa el pin de “Pirámide”, la agencia por la cual viajamos y nos aseguró que tenía un contacto que nos haría ingresar al país. Llega nuestro turno en el mostrador y se decide nuestro futuro: ingresamos a Egipto?, nos deportan a España? Nos deportan a Argentina? Esa mágica escritura en árabe, decide nuestro destino: INGRESAMOS A EGIPTO!!!!!!!!!!. Por la misma agencia viajan un matrimonio mexicano, uno canadiense y un señor norteamericano.
Nos esperan dos limusinas en el exterior del aeropuerto egipcio. Es larguísimo el acceso hasta la ciudad. No sé el tiempo que transcurre, pero mucho más de una hora seguro, hay que decir que en el trayecto pinchamos una goma.

El equipaje de nuestros acompañantes va en el baúl. Nuestra mochila en el techo de la limusina, golpeteando el mismo y con una de las tiras que golpea una ventanilla ( qué linda imagen, no?...patética)..

El Cairo de noche nos impacta: hay mucha gente en la calle, y muchas mezaquitas iluminadas todas con luces fluorescentes,, cual nigth clubs. No por nada, me digo, se la conoce como “LA CIUDAD DE LOS MIL MINARETES”.

Bueno: estamos finalmente en el Cairo a pesar de los mil y un inconvenientes que debimos afrontar a partir decidir venir hasta este lugar: era el objetivo. A dormir.

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