domingo, 18 de enero de 2009

LA ISLA DE SAN ANDRÉS


Al llegar a la isla colombiana de San Andrés, nos encontramos con un aeropuerto austero que nos anticipa lo que será la isla. Nunca habíamos estado en Colombia, y nos asombra ver tanta fuerza de seguridad con fusibles. Luego los veremos por lo menos de a cuatro en las entradas de los bancos.
Nos recoge un taxista en un mal mantenido auto americano de la década de los 60 o 70. La mayoría de los taxis son así. Los traen de EEUU por unos U$S 2.000. Tememos no llegar hasta el hotel. Hay dos cadenas de hoteles en San Andrés. Los Decamerón ( son cinco, y excepto dormir puedes realizar cualquier actividad en cada uno de ellos), la otra es la Sol Caribe (aquí son dos: el mismo sistema: uno se encuentra en una colina, desde donde se divisa por todos lados lo que uno viene a ver a esta isla, su famoso "mar de los siete colores". Admirable, y el otro hotel de la cadena está ubicado en el centro, lo que viene muy bien al turista para ser usado cuando uno va al centro o vuelve de excursiones al centro). Ambas cadenas tienen sistema "all inclusive".
El centro es muy austero, hay una sola disco importante. La isla es "Puerto libre" pero no es para enloquecerse con las compras.
El hotel Sol Caribe Campo tiene la mejor playa de la isla, no es muy grande y llegan el agua revuelta con arena y algas. Por la tarde siempre se quedan cortos con la comida en el bar del hotel en la playa.
Es muy famoso el barco hundido que se encuentra frente a las playas. Son unas cuantas cuadras dentro del mar pero resulta una hermosa caminata ir por el mar hasta él: el agua presenta un color "verde agua claro", dada la cristalinidad del agua, la escasa profundidad y el lecho de arenas blancas. En el barco hundido hay muchas langostas. Se comen buenas langostas en San Andrés.
Por la noche vemos bailar la típica cumbia colombiana con sus típicos trajes de amplias polleras...muy distante de nuestra "cumbia".
De los grupos musicales que tocan calypso y otras músicas típicas, me llaman la atención algunos istrumentos musicales: los hay realizados con mandíbulas de buey, también otros con base de una palangana de lata invertida. Suenan muy bien. Los san andresinos como tantos otros caribeños se atribueyen la creación del reggetón.
Un día emprendemos una excursión terrestre hasta la publicitada "laguna de aguas dulces": un fiasco, pequeña, sucia y los tan promocionados cocodrilos se reducen a unas pocas babilas a las que podrás ver con mucha suerte. Mejor no mencionar el bar rafta que dicen se encuentra al lado de la laguna.
La isla se ha ido quedando sin agua dulce, por lo que no hay cosecha posible: dependen en absoluto del exterior de la isla: todos los días llegan las bebidas y comestibles en avión. Quizá por ello no se puede aspirar a exquisitas comidas en la isla, sumado a la cuestión cultural.
Se come fruta del árbol de pan. También hay nonis, de los que se hacen vinos, mermeladas, jabones y muchas cosas más.
Y ahora sí lo que hace que valga la pena ir a San Andrés: ir al acuario natural Rose Cay y al Cayo Jhonny Cay. Creo que es una de las experiencias que quedará para siempre en mi casi nula memoria. Y por lo que volvería a San Andrés.
Se parte del puerto y es una excursión de todo un día. Hay que contar con paciencia pues todos salimos a misma hora y regresamos igual. Te van llamando por orden de llegada. Es imprescindible, si no tenés, comprarte zapatitos para caminar en el agua por los erizos, corales y demás flora y fauna marítima.
La mayoría de los san adresinos son descendientes de africanos. Son muy gentiles, te llaman "reina","bonita","preciosa", siempre atentos a ayudarte en todo.
El viaje es maravilloso. Allí entendés porqué Colón cuando conoció estas aguas las bautizó LOS JARDINES DE LA REINA. Realmente es cierto que el mar es de siete colores. Pretendés quedarte de por vida allí.
Al legar al acuario, es "obligatorio" hacer snorkel, y realizar un viaje en un semisubmarino o al menos en un barco con fondo de cristal, las cosas que verás allí resultarán inolvidables. Aprendí mucho en esa excursión sobre flora y fauna marítimia y he visto cosas alucinantes, cosas que no me imaginaba existían. Los lugareños que conducen las embarcaciones son muy conocedores y trasmiten pasión por esas aguas.
Después del acuario que cuesta dejar, llegamos al Cayo. INCRÍBLE. Arenas blancas que no queman, un hermoso Parque Nacional muy cuidado y un mar que no se puede creer que se esté despierto.
Sólo esta excursión vale todo el viaje. Seguro que de hacerla los primeros días querrás ir todos los restantes. Merecido. Desde el puerto te cruzan al cayo y te buscan por la tarde por solo 5 dólares.
El resto de la isla si la recorrés o no, no te aportará nada en especial, pero claro estando allí , cómo no darás la vuelta en un tour de dos horas? Pasás por la piscinita, el hoyo soplador, la "supuesta réplica de la cueva del pirata Morgan", donde lo más interesante me pareció la muestra sobre cómo se distinguían las distintas jerarquías de los piratas y los tamaños de los cocos (enormes) cuando la isla todavía tenía algo de agua dulce.
El mar de lo siete colores, todos tendríamos que conocerlo. Una maravilla de la naturaleza.

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