domingo, 24 de febrero de 2008

LA MUJER Y SU VIDA EJECUTIVA


Uno de los grandes cambios que contribuyó a modificar el diseño del mapa laboral, en la última década, fue el aumento de la participación femenina en el mercado de trabajo y el acceso de un grupo de mujeres a los niveles directivos de las empresas y organizaciones.No se trata de plantear la opción entre estilos gerenciales femeninos o masculinos, ni de tolerar o apreciar las diferencias entre ellos, sino de tomar el ejemplo de las nuevas líderes para visualizar algunas de las características de la organización del siglo XXI.Las mujeres aportan a las empresas fortalezas y debilidades en el ejercicio del liderazgo.
Las más jóvenes son más ambiciosas, más flexibles, más visibles, menos pacientes y no esperan tanto el reconocimiento.Las que están alcanzando puestos gerenciales ya no aspiran a romper “techos de cristal” como sus antecesoras, pioneras en el mundo empresarial. Las nuevas generaciones tratan de abrir nuevas ventanas y encontrar estilos propios de gestión.Se caracterizan por tener una estrategia y visión de futuro, por comunicar esa visión al resto de la empresa, por estimular, motivar y conducir.
Los cambios en el comportamiento de las sociedades, en los temas de igualdad de oportunidades, deberían ir más allá de las proclamas, para basarse en ejemplos concretos de mujeres que están en carrera.El denominador común de muchas de estas nuevas ejecutivas es su espíritu de superación; no parten de la queja, son tenaces para enfrentar situaciones adversas y están alertas a las oportunidades.Así es el perfil de la mujer que viene: alta capacidad para adaptarse a los cambios que se produzcan y disposición para adquirir nuevos conocimientos, aún aquellos que no se encuentren directamente relacionados con la orientación elegida.La mayoría de los puestos de trabajo que existirán en las próximas décadas todavía no han sido creados y en su lugar surgirán nuevas formas de organización. El concepto de puesto de trabajo irá evolucionando hacia el de carrera laboral.Para superar el síndrome de la supermujer o su opuesto, el de la mujer quno se anima , para “no hacer olas”, el mejor antídoto es el conocimiento de las propias fortalezas.
El crecimiento del empleo femenino ha sido revelador, situación que se ha hecho evidente desde hace 35 años. Tan sólo consideremos que hasta la década de 1970, la participación laboral de las mujeres decrecía al momento de casarse o al iniciar su vida reproductiva; además, quienes se integraban al ámbito laboral eran, sobre todo, jóvenes y solteras .Si bien el crecimiento del empleo femenino es una realidad, hasta nuestros días sigue existiendo una división del trabajo basada en las características del sexo de las personas. “Además, se sigue considerando que el trabajo de las mujeres es inferior o invisible socialmente hablando”.Sin reconocimientoAnalizar el fenómeno de inserción femenina al mundo laboral, es un fenómeno relativamente reciente. Aunque a lo largo de la historia las mujeres siempre han trabajado, las investigaciones históricas no lo reportaban, ya que se efectuaban con una metodología que sólo hacía alusión a “trabajadores en general” sin clasificar por sexo.Fue hasta hace alrededor de cuatro décadas que en el estudio del trabajo comenzaron a catalogarse los datos referentes al sexo. No obstante, en pleno siglo XXI todavía hay encuestas que adolecen de dicho defecto.El trabajo de la mujer tiende a ser invisible pues a los largo de la istoria se ha dedicado fundamentalmente al trabajo doméstico, el cual aunque se hace todos los días, no logra ser mirado por la sociedad.“Es probable que la sociedad, al acostumbrarse a considerarlo ‘no productivo’ y relacionarlo con las mujeres, por extensión trasladara dicha posición hacia las instituciones. En consecuencia, el trabajo profesional femenino resulta no mirado y, por supuesto, poco valorado. A lo anterior se suma la educación dirigida al sector femenino, la cual fomenta asumir y aceptar tal invisibilidad.

Otro elemento de la desigualdad social entre los sexos lo constituye el llamado “techo de cristal” que muchas veces se convierte en una verdadera “jaula de hierro”. Se refiere a la situación en la cual las mujeres se enfrentan a una serie de dificultades, límites o barreras implícitas (no visibles o tangibles) para acceder a los puestos de responsabilidad y poder.La interrogación obligada sería entonces: ¿qué tanto la sociedad a través de sus instituciones socializadoras, como la familia, la escuela, las religiones, los medios de comunicación, el arte y las leyes, tratan de modificar estos patrones o estereotipos de género?, o bien ¿los están reproduciendo o fortaleciendo?
Y , ¿cómo llegan las mujeres con educación formal o sin ella a solicitar un empleo? ¿Con qué fortaleza? ¿Con qué seguridad?____________________________________________________________________

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